Live Reviews
JOURNEY y DEEP PURPLE en Chile, el día que ganó la emoción, el amor y el rock
ALESTE
Los encargados de abrir la jornada fueron una sorpresa para todos, ALESTE es una banda de Rock popular de los años noventa, creada por el animador de televisión Alfredo Alonso y que había truncado su aparición durante muchos años. A las 18 horas en punto y ante un estadio en capacidad media, hacen aparición en el escenario luciendo un aspecto muy rockero, tenida bastante cuidada, con un sonido tremendo y manifestando una preocupación especial para estar a la altura de esta convocatoria. Rodrigo Espinoza con mucha soltura en el escenario se dio tiempo de interactuar en varias ocasiones, lo que logró crear una gran empatía entre los presentes y haciendo gala de sus dotes vocales que daban a entender el paso de los años es solamente una excusa para otros, apoyados por la buenísima corista Claudia Barros quien tenía intervenciones precisas para decorar bastante bien las melodías. Sus proyecciones en la pantalla gigante estaban bastante cuidadas, muy en la onda Synthwave las cuales enaltecían mucho su sonido noventero y pudieron mostrar hasta versiones propias de “Sure Know Something” de Kiss, o la romántica “Nadie como yo”, canción que en palabras del mismo Espinoza “todo rockero tiene un ADN cebollero dentro”. Finalizaron con su mayor clásico “Hay un límite” mientras en la pantalla gigante se proyectaba su vídeo clip clásico, lo que provocó un ambiente de bastante nostalgia por aquellos días. Una correcta y sorpresiva presentación para prender el ánimo de lo que vendría.
DEEP PURPLE
Dos minutos antes del programa oficial, comienzan las proyecciones en la pantalla gigante para que 5 leyendas aparecieran en el escenario con una fuerza increíble dando vida a Highway Star, la que no solamente fue automáticamente cantada por todos los asistentes, sino que completamente coreados los solos de guitarra tan característicos de este clásico de su disco más icónico “Machine Head”, el cual cumple 52 años de existencia. Y desde el clásico, realizan un paralelo mostrando “A bit on the side”, el single de su más reciente producción “=1” correspondiente a su vigésimo tercer álbum (uff) y el primero grabado con el guitarrista irlandés Simon McBride que proyectaría su vídeo clip en tiempo real por las pantallas gigantes haciendo un buen juego visual. Era increíble ver cómo con 23 discos grabados aún logran un Rock de gran factura y no perder la llama que los caracterizó en sus albores. Y desde la actualidad, saltamos nuevamente al pasado con “Into the Fire”, canción que en vivo siempre llama la atención por la fuerza descomunal manifestada por Ian Gillan gritando su coro, que, si no logra pararte los pelos, quiere decir ya perdiste toda capacidad de asombro en tu vida. Gillan se da tiempo para presentar a McBride, dejarle el escenario a su haber y logre demostrar toda su destreza en las cuerdas, dejando en claro por qué fue el afortunado que tomaría el lugar de Steve Morse, luego de su salida el año 2022 después de 28 años junto a ellos. Tomaría lugar el momento emotivo, con “Uncommon Man”, canción dedicada a la memoria del gran Jon Lord quien nos dejó de este plano hace 12 años atrás en una de las pérdidas más grandes en la historia de la música. Debían continuar la promoción de su nuevo álbum y comienza a sonar “Lazy Sod” para dejar sobre el escenario toda la maestría y experiencia de Don Airey, quién ha sido parte elemental en la historia de Rainbow y Ozzy Osbourne, como también parte de Black Sabbath y Whitesnake entre varios más, en un solo que se dio hasta tiempo de solicitar una copa de vino, servida por un elegante mesero y bebida en el acto, ante la ovación del público. Y por supuesto, luego de una buena demostración de los teclados, la banda debe venirse encima con uno de sus mayores clásicos “Lazy”. Cabe destacar la actuación de Ian Paice, inmutable, eterno, lleno de energía tras la batería que pareciera nació pegada a ella y fuera una extensión de su cuerpo, era imposible dejar de sorprenderse de toda su prestancia y fuerza. Seguimos con el clásico “When a Blind Man Cries” en uno de los momentos más emocionales de la jornada, muy coreada por el público en un acto de completo respeto e introspección, con un final apoteósico en donde Gillan hace gala de todos los dotes vocales que aún mantiene y alarga la nota hasta que el corazón literalmente sale por su boca y de paso logró algunas lágrimas dentro de los espectadores.
Subimos nuevamente al rock de “Anya” con mucha energía, para luego, nuevamente Airey tomara posesión del escenario, esta vez, adicionando una versión propia de “Gracias a la vida” que por supuesto generó aplausos espontáneos que sirvió como introducción a “Bleeding Obvious”. Las proyecciones en la pantalla venían acompañadas de muchos efectos en tiempo real, que le daba un aire de psicotrópico perfecto a la música y transportaba directamente a la sensación musical que evocan los años ‘70s, muy cargado a las sustancias alucinógenas. Un acierto enorme para adicionar mayor deleite a un show que ya estaba en su pick. El resto fue solamente euforia y cánticos de clásicos muy vividos entre los presentes, que saltaban, coreaban y hacían headbanging al son de “Space Truckin”, “Smoke on the Water”, “Hush” y por supuesto “Black Night”, canciones íconos, que se mantienen en el inconsciente colectivo de incluso gente no adepta a este género y que por siempre serán himnos de la música. DEEP PURPLE es un estandarte que aún puede pararse en un escenario, crear emociones en la gente, entregarse completamente a una energía que todavía hace sus ojos ardan y lo mejor de todo, es lograr apreciar lo felices que están de hacer música aún, lo pasan bien mientras tocan y toda su historia musical está dejando un legado que será inmortal mientras la humanidad exista.
Review: Jaime González