CHELSEA GRIN
A las 21:00 horas, cumpliendo con lo estipulado en el cronograma, los estadounidenses CHELSEA GRIN tomaron posiciones en el escenario, listos para ofrecer una descarga de Deathcore que no dejó indiferente a nadie. Fundada en 2007, la banda se ha consolidado como una de las más influyentes y emblemáticas de la escena, caracterizándose por su sonido brutal y técnico que ha dejado huella en los fanáticos del género. En esta ocasión, regresaron a Chile para presentar una mezcla explosiva de sus temas más clásicos, así como su más reciente lanzamiento, Suffer in Heaven, un álbum que muestra su evolución y madurez musical, llevando la intensidad de su Deathcore a nuevas alturas. El ambiente estaba cargado de energía, con los fanáticos ansiosos por ver el regreso de la banda.
Chelsea Grin comenzó de manera arrolladora con «Hostage», desatando de inmediato la locura entre el público, que ya superaba las 400 personas. El mosh pit se formó rápidamente, convirtiéndose en una auténtica batalla en el centro del recinto, mientras los saltos y la energía aumentaban sin cesar a lo largo del concierto. El vocalista, eufórico, agradeció con un estridente «¡Muchas gracias!» antes de dar paso a su implacable set. «The Isnis» y «Bleeding Sun» continuaron con la masacre sonora, manteniendo el ritmo destructivo y demostrando por qué son uno de los referentes más importantes del Deathcore.
Uno de los momentos más intensos de la noche llegó justo antes de la mitad del set, cuando interpretaron «My Damnation», un tema que pertenece a su disco homónimo y que ya se ha convertido en un clásico dentro de su repertorio. Desde los primeros acordes, el ambiente en la sala cambió, y la respuesta del público fue inmediata: gritos, puños levantados y una energía desbordante que dejó claro que esa canción tiene un poder especial para los fans. La brutalidad de los riffs y la furia de las voces se unieron para crear un momento épico, donde la banda y el público se fundieron en una única fuerza.
Sin dar respiro, la banda continuó con «Crewcabanger» y «Playing With Fire», dos temas que mantuvieron la energía al máximo. La sala vibraba con cada riff brutal, mientras el vocalista comandaba la audiencia con su presencia imponente. Los fans, entregados al caos, se sumergían en cada acorde, saltando, empujando y creando una atmósfera de completa freneticidad.
Otro de los momentos que quedarán en la memoria del público fue cuando Tom Barber, con la energía desbordante que lo caracteriza, se dirigió al público para anunciar «Dead Rose», uno de los temas más esperados de la banda. La brutalidad de la canción hizo temblar el recinto y al finalizar Tom hizo una pausa para interactuar con los fans. Se acercó al borde del escenario y comenzó a firmar camisetas y otros artículos que el público le ofrecía, demostrando su agradecimiento por la entrega de la audiencia y creando un momento de cercanía.
La energía del show continuó con «Chayanne Stokes», «Sonnet of the Wretched» y «Sing to the Grave», tres temas que no dieron tregua en ningún momento. A pesar de que la intensidad del concierto ya había agotado a muchos de los asistentes, el fervor y la dedicación de los fans no disminuían. Los presentes seguían completamente entregados, saltando, cantando y formando mosh pits en cada rincón del recinto, mientras Chelsea Grin seguía empujando los límites de la brutalidad y la energía con cada riff.
El clímax de la noche llegó con «Recreant», uno de los himnos más esperados de Chelsea Grin, que desató una última oleada de energía en el público. La canción, cargada de fuerza y brutalidad, puso punto final a un set que, aunque breve, dejó una huella imborrable. El recinto se convirtió en un torbellino de saltos, gritos y mosh pits, con la audiencia totalmente entregada a la brutalidad que la banda había desplegado durante todo el concierto.
Tras este devastador cierre, la banda se despidió entre aplausos y agradecimientos, reconociendo la entrega del público y la energía única de la noche. Como es habitual, invitaron a todos a una foto grupal para inmortalizar el momento, dejando a todos los presentes con una sonrisa en el rostro y un recuerdo imborrable. Mientras la mayoría de los miembros de la banda se retiraron del escenario, David Flinn, el bajista, se quedó para firmar camisetas, posters y otros recuerdos de los fans, ofreciendo un último gesto de cercanía. Los asistentes, agotados pero felices, comenzaron a abandonar lentamente el recinto, satisfechos por haber vivido una noche tremenda que quedará grabada en sus memorias.
Chelsea Grin ofreció un espectáculo de altísima calidad, destacándose no solo por la energía y la precisión de su ejecución, sino también por un sonido impecable que fue uno de los pilares fundamentales de la velada. Desde los primeros acordes de guitarra hasta el último grito de Tom Barber, la mezcla fue perfectamente equilibrada, permitiendo que cada instrumento se escuchara con claridad. Los riffs de guitarra, afilados y punzantes, resonaron con potencia, mientras que el bajo y la batería se hicieron sentir con una fuerza inquebrantable. La voz de Tom Barber, por su parte, fue absolutamente imponente; su capacidad para mantener un gruñido profundo y desgarrador a lo largo de toda la presentación destacó con una claridad impresionante.