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IRON MAIDEN en Chile: Atrapados en la Máquina del Tiempo

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Para todos aquellos que amamos el Heavy Metal, la noche de ayer era una cita que difícilmente se podía pasar por alto, es cierto que los británicos IRON MAIDEN han estado en nuestro país múltiples ocasiones, sin embargo en su estilo y formas se las han ingeniado para reinventarse, para agregar joyitas al set y aspectos que siempre hacen querer volver, una y otra vez. Es por esto que ayer éramos la no despreciable cifra de 62.000 metaleros en un Estadio Nacional absolutamente agotado (y hoy se esperan 62.000 más, todo un récord).

Diez minutos pasadas las nueve de la noche con un breve y elegante retraso comienzan a escucharse los acordes de las clásicas intros de Maiden y que en el público se disfrutan como un tema más del set: “Doctor Doctor” de los eternos UFO y luego esa breve intro de Blade Runner, para dar paso a esa gloriosa joya del Iron Maiden de los 80s llamada “Caught Somewhere in Time”, el público emocionadísimo, incluido por supuesto quien suscribe, y como no estarlo, si bien tuve la posibilidad de ver este mismo show en Alemania el 2023, el público chileno es definitivamente otra cosa, se que suena nacionalista o chovinista, pero ese fervor, esa alegría y en definitiva ese disfrute sin ataduras ni prejuicios creo que es muy nuestro, y se disfruta como una gran legión, además, escuchar temas del Somewhere in Time como este, tiene un sabor a revancha que se siente en el aire. Lo primero que noté al momento de partir el tema es que Bruce Dickinson es incombustible, eterno, canta como en su prime, de hecho para los ratones de Youtube, busquen la ejecución de este mismo tema cuando Bruce era joven, los años de circo, o las horas de vuelo, se notan en un Dickinson que parece tener un pacto con la bestia, y no envejecer jamás.

Sin pausas, Iron Maiden nos entrega otra joyita del mismo calibre: “Stranger in a Strange Land”, también del maravilloso Somewhere in time, con un Harris impecable, que parece no cansarse nunca, con la gente tanto o más loca que en el primer tema y la ratificación de una comunión eterna entre Maiden y Chile. Algunos leves problemas de sonido en el paneo de las guitarras, con un Gers sonando muy por sobre los demás, pero poco parecía importarle al público, y es que estamos frente a la banda más importante de Heavy Metal del mundo, se entiende.

Primer saludo de Dickinson al público chileno, y de inmediato uno puede notar cómo ese amor es mutuo, como Chile ama a Bruce y como Bruce ama a Chile, se siente confiado, feliz, divertido, en el patio de su casa, nos provoca diciendo que Colombia tiene un gran público y hace saltar a las 62 mil personas sin música alguna, solo Bruce podría hacer algo así claramente. Cuando comienzan a ejecutar el primer single de Senjutsu llamado “Writing on the Wall” la reacción del público mantiene el fervor de los primeros temas, en esa belleza de pantalla mixta que usan detrás, con Backdrop y pantallas digitales se proyecta ese hermoso dibujo del single, y el show prosigue estudiadamente prolijo, además parecían sentirse muy cómodos con los temas nuevos, lo que es lógico. El show prosigue con otro temazo de Senjutsu, disco que en lo personal me encanta, es el turno de “Days of Future Past”, un tema que es vocalmente muy desafiante y que Bruce Dickinson surfea con una elegancia y talento realmente únicos.

Segunda instancia de Bruce frente a su amado público chileno, en esta ocasión nos recuerda cuando por culpa de la iglesia no pudieron venir, luego bromea con cuanta gente ni siquiera había nacido en esa época, y luego nos invita a viajar en el tiempo en su “Time Machine”, un discurso definitivamente ensayado, pero que fluyó de forma maravillosa. Tal vez al ejecutar el tercer tema de Senjutsu seguido, tenemos una meseta en términos del fervor del público, pero es normal, en esta mixtura de pasado y futuro está claro que lo que la mayoría espera son los clásicos, sin perjuicio que como decía previamente a mi Senjutsu me parece un disco de altísima calidad y que en vivo gana notablemente.

Luego, luces abajo y comienza a sonar la intro de “The Prisoner”, icónico tema perteneciente al primer disco con Bruce Dickinson: The Number of the Beast, la reacción del público es similar a los primeros temas, puro éxtasis, una maravilla de tema ejecutado a la perfección. El coro es cantado con tanta fuerza en la cancha que me cuesta escuchar a Bruce, esas son las cosas que uno ama de ver un show en Chile. Nuevamente desbalances en los solos y en las guitarras que no logran empañar el momento.

Si bien he visto muchos shows de Maiden, creo con seguridad que este es uno de los mejores Bruce Dickinson que he visto en mi vida, no solo desde la performance vocal, sino que también como entretenedor, como contador de historias, es así como “Death of the Celts” es de esos temas de Maiden que precisamente cuentan una historia, que musical y líricamente te invitan a un viaje, en ese único estilo Maideneano, y la gente engancha y disfruta ese viaje. Luego es el turno de una de mis favoritas: “Can I Play with Madness”, una canción que en lo personal jamás me aburre y que, con esos teclados de fondo, tan característicos del Seventh Son, es un deleite total. Es cierto, y debo ser justo en el comentario, que suena mucho más lento que en otras ocasiones, para nadie es un secreto que Nicko es un héroe, y casi un milagro por poder estar sentado en la batería de Iron Maiden después de sus dificultades de salud, y logra ejecutar con prestancia y consistencia la mayor parte del set, pero hay pequeñas partes de él, donde se nota demasiado que hay dificultades para performar como se hacía en antaño, y creo que en “Can I Play with Madness” es donde más se nota. Te queremos Nicko.

“Heaven Can Wait”, trae además de un coro que permite al público dejar la garganta en el estadio, la batalla de Bruce Dickinson con Eddie que sin duda es uno de los highlights del show, a cañonazo limpio con unos efectos increíbles, esos detallitos que hacen de cada show de Maiden algo inolvidable. Lo que sigue a continuación es sin lugar a dudas el momento más importante de la noche, se sentía en el aire desde la primera nota del tema que “Alexander the Great” iba a ser algo para recordar, muchísimos años esperando la ejecución de este temazo se notaban en las reacciones, caras, gestos y vociferaciones del público, para qué decir la emoción con que 62 mil puños en alto cantaban cada parte de la canción, sencillamente inolvidable. Cada sección rítmica y esas bellísimas melodías de guitarra mantenían al público y a este humilde reportero en un trance que creo que durará varios días. Qué lindo es amar a Iron Maiden, y qué lindo es que sea recíproco.

Un amigo suele comentar que “Fear of the Dark” es uno de los temas que más gana en vivo en la historia de la música, y creo que tiene toda la razón, hay canciones que uno podría estar medio agotado de escuchar en todos lados, radio, tv, redes, etc., pero creo que “Fear of the Dark” es un tema de esos de estadio, hecho para esto, es casi un juego constante, con muchas partes para saltar, para cantar, y al final un tema que uno posiblemente no escucharía tan seguido en estudio termina siendo un infaltable de la fiesta, de hecho la gente saltó, aparecieron bengalas, casi me atrevo a decir que es la canción más transversal del set y la más disfrutada por lejos. A continuación, Bruce Dickinson nos invita a gritar para él como es un clásico a estas alturas y para dar paso al más longevo de los temas del setlist, la icónica: “Iron Maiden”, una canción que sabemos bien todo lo que trae pero aun así es fabuloso disfrutarlo, una nueva aparición de Eddie, esta vez en su versión Samurai, y que como siempre, quiere aforrarle al buen Janick Gers en un sketch que honestamente no me canso de presenciar. Enorme cierre de una primera parte donde muy pocos realmente creen que llegamos al fin – Antes de internet habían quienes lo creían – así que tras una tibia despedida y un Dickinson diciendo que si no nos veíamos en el segundo show, podrían pasar un par de años para volver a vernos, la banda ejecuta la tripleta final del Show, la enorme “Hell on Earth”, la megaclasica “The Trooper” y finaliza con uno de mis temas favoritos de la vida: “Wasted Years”, un broche de oro para una noche que nos dejará por mucho tiempo llenos de recuerdos.

Un show de Maiden es mucho más que un concierto de música, es una fiesta en todo su esplendor, caminar por varias cuadras mirando el ambiente es conmovedor, somos una legión de metaleros en procesión a ver a la banda más grande del mundo, mucha camaradería, sonrisas, como que por unas horas no importa nada más que aceptar la invitación a disfrutar las melodías que a algunos nos han acompañado desde niños.

Gracias Iron Maiden por una nueva visita, espero de corazón que no sea la última.

Review: Renzo Palomino
Fotos: Francisco Perez

 

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